May 2006


Ayer fui a hacer las compras del mes a un supermercado (de inicial J), y antes de pasar por caja fui a sacar dinero a un cajero automático, pues por ser Lunes, había un 5% de descuento por pago al contado.
Pues resulta que habían unos 6 cajeros automáticos, y del que me quedaba más cerca se iba yendo una persona, así que me acerqué para usarlo, y ahí veo en la pantalla “Desea imprimir comprobante? Si / No”. Automáticamente seleccioné “No” y luego nuevamente “No” ante la pregunta de “Desea otra transacción?”. Tomé la tarjeta que me escupió el cajero, vi que era VISA y que estaba a nombre de Salvador algo. Partí corriendo tras el personaje que estaba ya a unos 15 metros y le grité “Don Salvador”. Se dio vuelta como con recelo y me vio, le mostré la tarjeta y su cara pasó del reposo a la angustia en 1 milisegundo, y 10 milisegundos más tarde al relajo. Me dio las gracias un par de veces, tomó su tarjeta y se fue.

Ni siquiera pensé en hacer lo correcto, sólo lo hice.

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Anoche era la función doble, de los dos últimos capítulos de la segunda temporada de Lost y de 24.

Primero fue Lost. Y la verdad es que fue interesante e intrigante. Aclararon bastantes cosas, pero abrieron no se si la misma cantidad o más de nuevas interrogantes. En todo caso, ya estoy esperando la tercera temporada, ansiosamente.

Luego venía 24. Y mi socia no aguantó el sueño, así que solo vimos el capítulo 23. Ojalá que hoy podamos ver el 24 después de las compras del supermercado.

La que nos está esperando es la segunda temporada completa de Galáctica. Agradecimientos a Harold que me pasó la primera temporada en DVD con subtítulos y toda la onda. Maldiciones a Harold que no me advirtió lo interesante que iba a terminar la primera temporada.

Cuando te caen gotas de agua de los equipos de aire acondicionado.
Cuando detienen el tránsito esperando que pase una autoridad.
Cuando dejan de funcionar las escaleras mecánicas antes que cierre la galería.
Cuando cierran la Plaza de la Constitución porque van a llegar visitas importantes a La Moneda.
Cuando un teléfono público te traga la moneda.
Cuando te cobran desde que marcas un número en el celular y no desde que te contestan.
Cuando la máquina de bebidas no da vuelto.
Cuando te llenan de avisos comerciales en la televisión por cable.

Hoy se celebra el Día de la Toalla, como un tributo al escritor de ciencia ficción Douglas Adams, quien escribió, entre otros notables libros, The Hitchhikers Guide to the Galaxy. Dicho sea de paso, tuve la suerte de encontrar dicho libro a mediados de los 90 en la feria de cachureos de la Plaza O’Higgins, en Valparaíso, y por la módica suma de mil pesos, si la memoria no me falla (corroboré y fueron setecientos pesos).


A tribute to Douglas Adams (1952-2001)

Creo que la empresa que produjo la película El Código da Vinci debería entregar un porcentaje no menor de las ganancias al Vaticano. Así es, lo debería hacer como una forma de agradecimiento o compensación por toda la promoción y publicidad (presencia en medios, nivel de recordación y todo eso) que le han hecho a la mentada película.
Honestamente creo que sin toda la polémica que se ha creado, la película hubiese pasado como un hit pop más. ¿Alguien se acuerda de la película SuperSize Me (traducida como Super Combo, creo)? ¿Recuerdan que los productores de comida chatarra hayan recomendado que no la vieran, o que era una distorsión de la realidad? No, no y no. Y los no están relacionados.

… tiene un justo castigo. La entidad supernatural a cargo de los Recursos Humanos en las empresas me ha castigado con un resfrío entretenidísimo. Eso me pasa por publicar afiches mal intencionados.

PD: Lo de entidad supernatural es para que no salten los zealots si es que llego a poner una palabra de 4 letras. Mira que con esto del Código andan sensibles.

Cortesía de alguno de los links de digg.com, aquí les dejo dos posters (des)motivacionales para que los impriman y los cuelguen en sus cubículos.

Anoche tuvimos oportunidad de estrenar el juego Shadows over Camelot. La verdad es que la configuración y asimilación de las reglas no es sencilla, pero el esfuerzo vale la pena.
Como juego de tablero es muy bonito, 4 tableros, figuras sin pintar, 8 dados, cartas de buena calidad.

Para jugar, asumes el rol de un caballero de la mesa redonda, y tu misión es salvar a Camelot de los múltiples peligros que la acechan, entre los que se cuentan, catapultas que asedian Camelot, invasión en las playas por parte de los Saxons y los Picts, los quests del Caballero Negro, Santo Grial, la armadura de Lancelot y Excálibur, además de los ataques especiales de las fuerzas del mal.

Dado que era la primera vez que lo jugábamos, cometimos muchos errores, y simplificamos bastante las reglas. Por lo mismo dejamos fuera la opción de jugar con un traidor en el grupo, lo cual estoy seguro agrega más tensión e intriga al juego.

También encontré novedoso, que cada jugador tuviese que realizar una acción por el lado del mal y otra por el lado del bien, en su mismo turno. Todo bajo la premisa que queremos que el bien triunfe, por lo que normalmente se trata de hacer lo menos malo y lo más bueno.

Muy recomendable, y dejo la invitación abierta a quien quiera jugarlo.

Más allá del horizonte, más allá de las montañas y los mares, más allá de las tierras desconocidas, más allá de las fronteras… está tu espalda.

¿Alguien recuerda el sentido de barrio que existió alguna vez? ¿Alguien recuerda cuando los conocías por nombre, y era normal pasar de vez en cuando una tarde en la casa del otro?
Ahora es difícil conocer el nombre de más de dos vecinos, incluso cuando vives en un edificio.

Y cómo no va a ser difícil, si cuando se cruzan dos vecinos, ni siquiera se saludan. Con suerte logras contacto visual, pero la mayoría de las veces ambas partes miran para otro lado. ¿Será el miedo a que te compromentan con algún número de rifa? Con este tipo de actitudes, ¿cómo vas a reconocer cuando la persona con que te cruzaste es un ladrón o un vecino?

Creo que la principal defensa contra la delincuencia es la recuperación del vecinazgo, el sentido de formar parte de una comunidad, que no necesariamente dará la vida por tí, pero al menos te podrá dar la mano en un momento de apuro. Y esto no requiere de un esfuerzo gigante, ni de hacer asados todas las semanas. Lo más sencillo y gratuito que se puede hacer, es comenzar por saludar a tus vecinos. Y si realmente andas osado, cruzar un par de palabras.

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